Proponemos camino a viajeros y viajeras: una ruta literaria por senderos y pueblos del centro de Portugal para sentir el escenario que presenció una de las historias de amor más bellas y memorables de la literatura universal. Memorial del convento del Premio Nobel portugués cobra vida. Es la primera vez que en Portugal un libro da origen a una ruta cultural: revivamos sus páginas, presenciemos lo leído, surquemos los cielos y senderos en dirección a Mafra.
En esta novela —una de las más queridas por lectores y lectoras portugueses— José Saramago narra cómo cientos de obreros construyeron el palacio convento de Mafra, el edificio monumental más importante del país. Es la aventura de cómo el ser humano inventó la forma de poder volar y de cómo las voluntades de las personas pueden cambiar el mundo, también la oscuridad de los tiempos de la Inquisición y el amor libre de Baltasar y Blimunda. La novela es aprender a mirar con los ojos en el interior de las personas.
En este itinerario recorrerán aldeas y paisajes por donde caminaron los personajes, —la primera tierra que el ser humano pudo ver desde las alturas subido en la passarola, la primera máquina que pudo volar—. Les invitamos a descubrir esta ruta de 58 km entre Lisboa, Loures y Mafra.

El Memorial
José Saramago escribió Memorial del convento (1982) por una promesa —quizá tan solo un sencillo comentario— que hizo en su juventud a un amigo durante una visita a al palacio convento de Mafra, en el que le comentó que alguna vez escribiría la historia de cómo se construyó ese convento. José Saramago era un hombre de palabra y años después el libro se convirtió en realidad, siendo la primera gran obra del futuro Premio Nobel portugués.
En la primera página de Memorial del convento el autor establece la premisa que será la línea argumental de la novela y el porqué de la construcción del edificio: El Rey João V ante la imposibilidad de conseguir un heredero, le promete a un cura franciscano que construirá un gran convento si este consigue que la reina se quedara encinta. Testimonios de la época atestiguan que el franciscano, confesor de la reina, ya sabía que la reina estaba en estado cuando urdió la trama de erigir el gran convento. Y así fue el origen el levantamiento del gran templo que tardó en erigirse en algo más de tres décadas.

Baltasar, Blimunda y el padre Bartolomeu
A través de la novela de José Saramago el lector asiste a la vida de los tiempos de la Inquisición a través de un soldado que perdió la mano izquierda en la guerra contra los españoles, Baltasar Sietesoles. También a través de los ojos de Blimunda Sietelunas, una mujer con poderes que puede ver en el interior de las personas, tanto a nivel físico como emocional. Ambos se convierten en confidentes y ayudantes del padre Bartolomeu Lourenço de Gusmão en el proceso de construcción de la primera máquina voladora: la passarola.

Lisboa
Era un bonito día para entrar en Lisboa, con buen tiempo para quedarse allá, o continuar luego viaje, eso se vería. (…) En la otra orilla, asentada sobre el agua, lejos aún, Lisboa se derramaba fuera de las murallas. Se veía el castillo allá en lo alto, las torres de las iglesias dominando la confusión de las casas bajas, la masa indistinta de las fachadas. (…) Sietesoles atravesó la Pescadería. Las vendedoras gritaban desbocadas a los compradores, incitándolos, agitaban los brazos cargados de brazaletes de oro, se golpeaban, jurando, el pecho donde se reunían cadenas (…). A la puerta de una taberna que quedaba al lado de la casa de los diamantes, compró Baltasar tres sardinas asadas, que, sobre la indispensable rebanada de pan, soplando y mordisqueando, comió mientras caminaba hasta el Terreiro do Paço.

Baltasar Sietesoles viaja de vuelta a su hogar en Mafra, después de la guerra. Desembarca en Lisboa, en el mismo lugar donde desde tiempos romanos los pescadores desembarcaban del mar el pescado. Estamos en el Campo das Cebolas, primera parada de nuestra ruta literaria: la Casa dos Bicos donde se alberga la Fundaçao José Saramago desde 2012. Edificio emblemático de arquitectura renacentista de Lisboa en su fachada, por dentro es un templo laico a la literatura, donde se puede visitar una exposición permanente sobre la vida y obra de José Saramago, una librería y una biblioteca que es también espacio donde disfrutar de la programación cultural que habitualmente proponen. Frente a la Casa dos Bicos, se encuentra el olivo centenario de Azinhaga, cuyas raíces acogen las cenizas del escritor portugués.

Tras esta primera parada, quizá es momento y lugar para degustar unas sardinas en esta plaza peatonal, luminosa y moderna. Después, los viajeros podrán caminar hacia el oeste para penetrar en la imponente Terreiro do Paço a orillas del Tajo.
Se metió Baltasar por la calle ancha, hacia el Rossío tras haber entrado en la iglesia de Nuestra Señora da Oliveira (…)
Caminando hacia el norte por la calle ancha, como Baltasar en la novela, continuamos hacia el Rossío, donde se encontraron por primera vez Baltasar y Blimunda durante un auto de fe en el que la madre de ella era condenada por hechicería. En esta plaza, junto a la Iglesia de Sao Domingos, puede recordarse, si releemos este fragmento del libro, los métodos y persecuciones de la Inquisición. Rossío es el nombre que se le dio a un espacio amplio pensado para el disfrute y convivencia de la población. Después de que se reconstruyera la capital de Portugal tras el terremoto de 1755, esta zona que quedó completamente en ruinas, por lo que se construyó esta amplia plaza en lugar de la antigua que era irregular y oblicua.
No hables, Blimunda, mira solo, mira con esos tus ojos que todo son capaces de ver, y aquel hombre quién será, tan alto, que está cerca de Blimunda y no sabe, ay, no sabe, quién es él, de dónde viene, qué va a ser de ellos, poder mío, por las ropas de soldado, por el rostro castigado, por la mano cortada, adiós, Blimunda, que no te veré más, y Blimunda le dijo al cura, Ahí va mi madre, y luego, volviéndose hacia el hombre alto que estaba junto a ella, preguntó, Cuál es su gracia, y el hombre dijo, naturalmente, reconociendo así el derecho de esta mujer a hacerle preguntas, Baltasar Mateus, también me llaman Sietesoles.
Loures
A poco más de 16 km de Lisboa se llega a la localidad de Loures. Y al norte, el pueblo de Santo Antão do Tojal, segunda parada en nuestro itinerario. Aquí, se erige el Palacio de los Arzobispos, la residencia de verano del primer patriarca de Lisboa, Tomás de Almeida.

En este lugar tenía su estancia el rey y la corte en su viaje hacia Mafra, y es donde tuvo lugar la bendición de las campanas de la basílica del convento. De aquí partió Baltasar, conduciendo una yunta de bueyes, con materiales para la Obra Real así como con las estatuas italianas desembarcadas en el muelle.
Se puede visitar la iglesia Matriz de San Saturnino, templo de una sola nave construido en 1575, y restaurado en 1796 tras el terremoto de Lisboa. Su construcción se realizó a pedido de la población ya que en los días de invierno, cuando las lluvias arreciaban, tenían dificultades para viajar a Santo Antão do Tojal. Fuera del templo hay un viejo reloj de sol.
El camino real a Mafra
El pueblo de Fanhões fue uno de los lugares testigo del paso de los materiales necesarios para la construcción de las Obras Reales de Mafra, transportadas en carretas de bueyes, siguiendo el Camino Real que unía Lisboa y Mafra. Las campanas de las torres de la basílica y el grupo de estatuas italianas también pasaron por Fanhões, hecho al que se refiere José Saramago en la narración del Memorial del convento.
En la antigua sacristía se encuentra uno de los centros de interpretación. El viajero también puede visitar la Biblioteca Municipal José Saramago de Loures. En este lugar, se narra de forma interactiva la historia de este convento y de la región en el siglo XVIII.

Palacio Nacional de Mafra
Construido gracias a los recursos de oro y diamantes de la colonia brasileña, se formó este conjunto patrimonial con características únicas en toda Portugal. El Edificio Real de Mafra está constituido por un palacio, una basílica, un convento y un jardín. Fue declarado Monumento Nacional en 1907 e inscrito en la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad en 2019. Este palacio convento se construyó a lo largo de más de tres décadas y se convirtió en un epicentro de la educación y del conocimiento. Es también la manifestación concreta más representativa del poder absoluto del monarca João V, una afirmación terrena y divina de su autoridad, con el objetivo principal de proyectar a Portugal como potencia internacional.

La basílica fue erigida entre 1717 y 1735. La fachada y el interior de la Basílica de Mafra se exhiben 58 estatuas grandes y tres bajorrelieves en mármol blanco de Carrara, ejecutados en talleres de Roma, Florencia y Génova. Supusieron el mayor encargo de escultura del momento fuera de Italia. Los seis órganos del interior, son un proyecto único e innovador en el mundo, corresponden a los dos campanarios del exterior, con dos campanas monumentales, consideradas como las más importantes y destacadas a nivel internacional.